Bueno, ya he visto M3 y MotoGP. Luego veo M2 a ver qué han hecho los 4 de siempre.
Día 2: Alcañiz-Escalona. 230 kms.Este segundo día supuestamente iba a ser el día que menos kms íbamos a recorrer y el que tenía probablemente la ruta más sencilla de todos los 4 días de los que disponía el viaje, así que nos levantamos algo tarde, duchita, desayuno y nos fuímos a visitar la colegiata por fuera y por dentro y el castillo con visita guiada. Así lo hicimos. Dia soleado y paseando cual turistas visitando los monumentos de la parte antigua. Conocimos las hieleras o neveras donde fabricaban hielo. Desde no sé qué siglo, tenían montado unos sistemas de pasillos y de lugares de almacenamiento de nieve durante los meses de invierno en donde prensaban y amontonaban la nieve formando hielo para, en primavera y verano venderlo como hielo para helados, conservación de alimentos e incluso para temas relacionados con la medicina. Tenían que tener abierto hasta las 23 horas (a ver si aprenden los franceses) y, por ordenanzas del gobierno, siempre tenía que haber alguien las 24 horas para suministrar hielo pasadas incluso las horas de comercio si el motivo era algún tipo de emergencia (que sigan aprendiendo los franceses).
Curiosidades.
En el castillo, después de la visita guiada, nos tomamos un refresquito en el lugar
que era muy agradable y bonito y en donde, por cierto, ofrecían desayunos a moteros de esos de irte de allí ya comido y cenao.
Había una música agradable sonando, tipo soul, y le pregunté a la camarera, una dominicana de estrecha cintura y amplias y poderosas caderas (a ver si aprenden las francesas) de quién era la música, a lo que me respondió con un precioso acento catalán que era de una lista de distribución de spotify de una compañera de trabajo.
Me quedé sockeado porque no me imaginaba a una dominicana hablando con acento catalán.
A todo esto ya eran las 13:30 y volvíamos al apartamento a empacar la moto (oyeron, mis cuates, ¡"empacar"!, órale pues, ahoríta mismo salimos, lisensiado), así que nos pusimos en ruta con la idea de parar a comer en cualquier sitio rondando las 15:30 y hacer parte de los kms. La hora de ruta sólamente constaba de una hojita de nada, no como la del primer día o la del tercero en francia que nos esperaría al día siguiente que constaron de tres hojas.
Salimos de Alcañiz y pillamos la N-211 dirección Caspe. Vimos el letrero y debíamos hacernos unos 83 kms sin cambiar de vía, teniendo la lista de pueblos por los que debíamos ir pasando (Mequinenza, Granja de Escarpe, Torrente de Cinca), pero mira por donde, después de 20 kms no veíamos ninguno de esos pueblos, así que moscas paramos en un cruce y repasamos. Tiramos de 3G y vímos que no íbamos por buen camino. Raro raro. Regresamos sobre nuestros pasos hasta volver a ver el letrero de Caspe. Nos habíamos pasado el desvío, pero teóricamente la carretera era la misma N-211, así que no debería haber habido ningún desvío. Empezábamos bien!!. Bueno, 25 kms de más no es para tanto.
Encarrilamos la ruta. La carretera era buena. Amplio arcén, buen asfalto, curvas amplias de buena visibilidad y poquito tráfico, así que le propuse a mi chica que condujera ella la moto. Simplemente desde el asiento de atrás tenía que asomar el tronco hacia el interior para hacer que la moto tumbase. Yo le indicaba por el intercomunicador cuándo tenía que hacerlo. Eran curvas de velocidad constante, así que no había ni frenadas ni aceleraciones. Toooooodo muy fluído.
- Venga, cora, saca un poquito el cuerpo a la izquierda
- Nononononooo, qué dices!!!!!
- Que sí boba, que yo llevo el manillar y si veo que te falta o no llegas yo corrijo
- Nonononononono qué dices
- Venga, ¡ahora!, tumba un poquito a la izquierda
- Ayyyyyyy
- Mú bien girao, mi vida. Venga, ahora esta a la derecha
- (risa de subidón), vale, pero dime cuándo!
- Que síiiiii, tú tranquila
- Vale
- Venga, va, ahora
- uuuuuuuyyyyy, jajajajajajaja, cómo mola! Pero tú no haces nada?
- No mujer, la estás llevando tú sóla
- ¡Ay, no me digas!
- Venga, ahora izquierda y luego suave derecha enlazada, yo te ayudo, no te preocupes
- Ayayayayayayay
- Aaaaaahora!
- uuuuuuuuuuuh
- Muy bien, cambias el cueeeeeerrrrrpooooooo..... ahora
- uuuuuuuuuuuuh
- Muy bien cielo
- Ay, ay, ay, mola mucho, pero ya, ya que me va a dar algo.
- Ok. Ya está. Ahora todo mío.
Curiosamente no volvimos a hacerlo en todo el resto del viaje. Seguramente porque las circunstancias ideales se dieron en ese momento, pero ni a mí se me volvió a ocurrir ni a ella tampoco se le pasó por la cabeza.
El lío llegó cuando fuimos a enlazar a la A2. Teníamos que ir dirección Lérida, pero como la noche anterior estaba medio borracho, tonto de mí apunté Zaragoza probablemente pensando que pasábamos efectívamente por Zaragoza pero ya regresando a Madrid el cuarto día, y esa fue nuestra perdición....
Pillamos A2 Zaragoza y luego la A-22. Íbamos enchufados a 150 por hora para hacer 28 kms cuando acabamos en una de pago y, al rato, cuando debíamos ver el desvío, me fijo en la posición del sol y me percato de que vamos rumbo al oeste en vez de al este. Entonces fue cuando me dí cuenta de la cagada que tuve al poner dirección Zaragoza en vez de Lérida. La madre que me parió, puto vino aragonés que bueno estaba el cabronazo.
Ahora era cuestión de pillar un cambio de sentido y regresar sobre nuestros pasos. No era tan difícil...... Pero no me dí cuenta que ¡¡esto.... es..... Esparta!! y en Esparta no hay cambios de sentido. Paramos en una gasolinera y recalculamos ruta tirando de móvil. Nos pispamos de qué carretera tomar y los nombres de los pueblos que teníamos que pasar tirando de neurona viva, ahí, como nuestros antepasados. Arrancamos moto y p'alante.
Al cabo de un rato vemos que hay una salida pero no pone el nombre de la carretera, tan sólo el nombre del pueblo al que se dirige, y no coincidía con ninguno de los memorizados, así que esa no era la nuestra, pero la nuestra ya debería haber llegado. La cosa empezaba a ponerse fea. No había más salidas, todo autovía folláos a 150 cagándonos en algo y con poca gasolina en el depósito. Nos acercábamos a Zaragoza. Desesperado, tomo la primera salida, daba igual. Había que llenar el depósito si no queríamos quedarnos tirados.
Enganchamos una autovía con otra. Veía polígonos industriales y ninguna puta salida. Yo gritando en el caso al intercomunicador "y si yo trabajo en este puto polígono, ¿cómo cojones salgo de aquí? Qué pasa, que me tengo que ir a Sebastopol para dar la vuelta y entrar al polígono a trabajar?". Estaba desencajado de la mala leche, que ya iba en aumento poco a poco desde hacía una hora. "Puto país de mierda. ¿Qué pasa, que por aquí no vive nadie? ¿Toda la población aragonesa se concentra en Zaragoza? ¿No hay pueblos? ¿No hay salidas?. En esto la reserva se enciende.
- Métete por aquí (me dice Raquel) a ver si hay gasolinera
- Venga
Os juro por Dios que ví un cartel que ponía "Alcañiz N-211 80 kms". ¡¡Estábamos a 80 kms de donde habíamos partido, teníamos un depósito consumido, 250 kms hechos, no habíamos comido nada y estábamos a 200 kms del destino perdidos fuera de ruta!!
Encontramos un pueblo. Por el lado del pueblo en el que entramos no había gasolinera, así que rezando para que la hubiera en la otra punta del pueblo. ¡Por fin, una Repsol!. Paramos en la gasolinera. Llenamos el depósito. Comemos unos panchitos y una cocacola (pedazo de gastronomía mañaaaaa) e hicimos una reunión del consejo de administración de urgencia.
- ¿Qué hacemos, cari? ¿Volvemos dirección Lérida o vamos a Zaragoza, subimos al norte y tiramos luego al este?
- Nonono, volver sobre nuestros pasos no, que son muchos kms. Vamos a Zaragoza!! Me voy al baño que ayer me bajó la regla y todavía no me he cambiado.
- (No discutas chaval que te come por las botas). Vale mi vida. Te querré yo, corazón. A Zaragocita que nos vamos los dos juntitos. Total, ya tenemos gasolina y hemos comido.
Teníamos gasolina, pero la batería del intercomunicador no sabíamos si duraría el resto del día, así que acordamos apagarla en los momentos de autovía de esos de zumbar unos kms sin paisajes casi. Mi móvil al 65%. El de ella al 15%. Una batería externa cargada. Bueno, algo es algo. Decidimos que hasta enlazar en Zaragoza con la vía adecuada, iríamos conectados y con el móvil en una mano ella y el guante guardado. No me molaba la idea de que fuera sin guantes un rato, pero la situación lo imponía. Ok.
Salimos del pueblo volviendo sobre nuestros pasos dirección Zaragoza (el rumbo ya lo habíamos cambiado varias veces, así que no os liéis intentando seguirlo). Pillamos la Z-30, que es como la M-30 en Madrid, y enlazamos con la vía y enfilamos rumbo al norte dejando Zaragoza atrás. Apagamos los intercomunicadores hasta que llegara el momento de enganchar la siguiente carretera.
El itinerario nuevo era A-23 hasta Sabiñánigo dejando atrás Huesca, N-260 este hasta Aínsa, y luego A-138 hasta Escalona, donde teníamos la reserva de hotel. En total aproximadamente casi otro depósito de moto, unos 240 kms. Pero claro, nos quedaba tan sólo una hora de luz.
Enfilamos A-23 al norte y apagamos los intercomunicadores. Móvil apagado y guantes puestos. A darle al mango.
Pero mira por donde no contábamos con los elementos, porque al pasar por esa zona empezó a soplar un viento del carajo. Yo iba a 140 y tuve que bajar a 100 porque daba unos menéos a la moto de la leche.
Recuerdo hace años volviendo de Cheste con la Kiwi. Iba con Kike y Epifumi y soplaba un viento de órdago. Pues bien, lo de ese día se quedó corto con lo que nos sopló en tierras mañas. En mi vida me había tocado un viento tan brutal yendo en moto. Mi mujer luego me reconoció que hubo un momento que se acojonó y me hizo unas señas con la mano, pero como yo asentí con el casco con naturalidad, ella pensó que lo tenía controlado. Y en cierta manera así era, lo tenía controlado, pero circulando a 100, no a 140.
Hicimos una parada en un centro comercial al lado de la carretera justo antes de enlazar con la N-260 para terminarlos los cacahuetes y la cocacola.
(Epi, falta el emoticono de los cacahuetes...) Un pisisito y vamos que ya casi no hay luz. Nos abrigamos con guantes de invierno y jerséys por debajo de la cazadora.
La lástima era que de todo el itinerario del viaje, la parte bonita bonita de ver, la de paisajes chulos y verdes, era la parte que íbamos a hacer de noche. Una faena, pero bueno, ya tendríamos los pirineos al día siguiente para ver verde y cosas lindas.
Al retomar el viaje y llegar por la zona de Sabiñánigo, ya era de noche total y el puerto de montaña estaba en obras, con líneas amarillas y tal. Como quedaba una hora de viaje, pensamos que los intercomunicadores íban a aguantar, y nos parecía buena idea estar comunicados durante la noche por aquello de que 4 ojos ven más que dos. Ya sabéis, señales de tráfico, desvíos o cualquier cosa que pudiera aparecer de manera inesperada. He de decir que los intercomunicadores aguantaron perfectamente.
Conducir de noche, cansado, por un puerto de montaña en obras, con tráfico, controlando luces largas y cortas, con Raquel detrás y la moto cargada, no es que fuese la situación ideal, pero al menos dejábamos las aburridas rectas y comenzábamos algunas curvas de radio amplio, y, repito, me sentí en todo momento muuuuuy acompañado con los benditos intercomunicadores (de ahora en adelante "los inter").
Otro tema que me preocupaba es que el neumático trasero perdía de 2,90 a 2,50 de presión por día sistemáticamente, y puta la gracia que me hacía ir con la goma trasera en un estado que no era perfecto, pero bueno, era cuestión de bajar el ritmo un poco. Además, ya habíamos llamado al hotel diciendo que no se preocuparan que aunque tarde, llegar llegaríamos, así que un problema menos porque estaban sobre aviso.
Pasamos bien Sabiñánigo y no nos perdimos al tomar la carretera N-260 hasta Aínsa. No podía haber pérdida. Esa zona la medio vislumbrábamos como preciosa porque estaba por la zona del parque nacional de Ordesa. Ver no podíamos ver nada, pero al menos mi niña se dio un baño de estrellas formidable, maravillándose de lo bonita que estaba la noche mientras yo la escuchaba exclamaciones sobre el cielo estrellado.
La carretera N-260 al principio era rápida, pero no podía llevar el ritmo de los pocos coches que de vez en cuando nos pasaban. Cuando lo hacían, nos iluminaban bien la carretera. La yamaki de luz va bien, pero un coche es un coche, así que cuando nos pasaba uno, le enchufaba en las rectas gas fuerte, frenaba suave y con mucha antelación, y tomaba las curvas a velocidad moderada, teniendo en cuenta que era de noche, que se ve menos, que los imponderables afectan más, que la goma trasera no iba perfecta, que hacía frío, que no habíamos cenado, que teníamos el culo plano y que queríamos llegar de una pieza. Varios coches nos pasaron y varias veces pusimos en práctica el plan, hasta que la carretera empezó a estrecharse y cambiamos el chip.
Ahora tocaba ir suave, con muuuuucho margen y tomando curvas de 3ª, en vez de en 5ª. Lo bueno era que la carretera tenía cierto tráfico, así que si algo malo pasaba (pinchazo, avería), en seguida pasarían varios coches. Eso sí, todos en dirección contraria. En la nuestra parecía que íbamos solos. ¡Total!, que poco a poco llegamos a Ainsa.
Eran las 22:30 y sólo quedaban 15 kms o 20 a lo sumo, así que decidimos parar a cenar. Avisamos a nuestras familias (que andaban algo preocupadas por nuestro itinerario tan largo) y al hotel avisándoles de la situación. Todo bien, pero teníamos que hacer el check-in antes de las 0:00. Toca cenar sin dormirse en los laureles.
Mira, cuando me quité el casco y levanté el culo de la moto, simplemente resucité. Nos dieron de cenar de milagro (esto en Madrid no pasa, chavales) porque éramos dos. Yo cené con el jersey puesto porque iba algo destempladillo. Luego me dí cuenta de que fui gilipollas porque tengo puños calefactados ¡¡¡y no los puse!!! (claro, son para el invierno y estamos en verano, ¿verdad Eisntein?).
Cenamos bien en cuanto al primer plato, pero el chuletón que pedimos al punto estaba más crudo que mi conducción en montaña. Tíos, gasté más energía partiéndolo, separando el tocino y los nervios de la carne que el aporte energético que me dió la propia carne. Café, la cuenta y a por la moto al hotel que vamos ya tarde. Joder qué estrés!
Los kilometrillos que faltaban se hicieron rápido con los nuevos bríos. Llegamos al hotel, check-in, pedimos una infusión y a la cama a dormir como benditos recargando móviles y los "inter".
Me acordé de la peli de Forest Gump: la moto es como una puta caja de bombones, nunca sabes que puta señal te desviará de tu rumbo ni cuando un día de 230 kms puede convertirse en otro de 480 (que fueron al final los que nos hicimos en esa maratoniana jornada).
Para despedirme os contaré una nueva cosa.
¿Os acordáis del acelerón que le dí a la moto el primer día al maniobrar en parado? Bueno, pues en este segundo día me volvió a pasar y ya me mosqueó la cosa, así que me fijé bien en qué leches estaba pasando. Pues bien, los puños no son los originales de Yamaha, sino los de los puños calefactados (Oxford es la marca), y el cable que le proporciona calor al puño de gas, le entra desde abajo. Cada vez que en parado maniobraba para girar a la derecha haciendo tope el manillar, el cable tocaba con el borde del ala de la bolsa sobre depósito que tiene el imán que se pega al depósito. Como ahí hay algo que se eleva medio centímetro, el cable topa con eso y al terminar de girar a tope el manillar, el cable desplaza al acelerador unos pocos grados, que son los que provocaban el acelerón.
Sabía que no era tan malo con el puño de gas, pero a decir verdad me preocupó saber que había un problema "técnico". Sabiéndolo en parado no es tan grave, porque las maniobras se hacen sin prisa y podía fijarme bien cómo estaba el cable y si tocaba o no con la mochila. Pero lo que de verdad me quitaba el sueño era recordar aquella vez que subí los puertos de montaña franceses de Tour con Alexgp y ver los garrotes tan cerrados que había. Recuerdo que uno a derechas, subiendo, lo tomé a 12 kms por hora, y no quería saber lo que podía pasar si yendo con todos los kilos que teníamos, en una de esas entrara un punto muerto al bajar de 2ª a 1ª, o una falta de coordinación entre la velocidad y la inclinación o cualquier cosa que me hiciera corregir instintivamente la moto girando aún más el manillar a la derecha y, ¡¡¡zas!!!, pegar un acelerón en 1ª en plena subida. Puta la gracia que me hacía.
Así que me dormí con 4 cosas en mi cabeza:
1- Ojito al cable mañana en francia.
2- No se lo cuentes a Raquel porque sólo la preocuparías.
3- Confía en tí. Mañana algo se te ocurrirá.
4- De reyes me compro una bolsa sobredepósito nueva de las que se anclan a la toma de gasolina y así evito roces del cable del acelerador.
La próxima entrega será..... ¡¡en territorio francés!!